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Virgilio de los Llanos

Virgilio de los Llanos

Virgilio vivió más que una pequeña aventura en la URSS: 54 años, toda una vida. Allí maduró, se formó profesionalmente y creó una familia con una mujer rusa.

Actualmente, a sus 87 años, sigue al pie del cañón: ha escrito la obra biográfica ¿Te acuerdas Tovarich…?: del archivo de un ‘niño de la guerra’ y ha colaborado con diferentes publicaciones rusas.

Para Virgilio es de vital importancia el diferenciar las particularidades de la experiencia vivida por los Niños de Rusia con el resto de niños de la guerra, que no fueron evacuados a países comunistas.

La Infancia

Virgilio nació en Málaga, donde vivió tan solamente tres días.  Sus padres eran artistas y viajaban constantemente por España y América Latina representando obras de teatro. Poco después se instalaron en Madrid, donde estuvieron diez años viviendo en el castizo barrio de Lavapiés.

Recuerda Virgilio que su infancia se desarrolló en un periodo revuelto que vivió en primera persona, ya que  su padre fue revolucionario y participó en el levantamiento de Asturias de 1934.

Con el fracaso de la Revolución, llegó la represión: su padre, como muchos otros, fue perseguido y tuvo que emigrar con muchos mineros hacia la URSS.

Por aquel entones su madre seguía trabajando en América Latina y él y sus dos hermanos tuvieron que ir a vivir con sus tías, por lo que recuerda una infancia marcada por la ausencia de sus padres.

Con Largo Caballero (28 seg.)​

El odioso sacristán (22 seg.)​

Tras la revolución, mis hermanos y yo nos quedamos como huérfanos

Mi tía era una chulapona madrileña de aquel tiempo

La escuela

Virgilio recuerda que durante este tiempo asistía a la Escuela de Don Félix, donde él y sus compañeros aprendieron lo básico: leer, escribir, multiplicar, dibujar, geografía…

Además, con especial cariño habla de su maestro: Don Félix, un peculiar hombre que les transmitió el amor por las poesías de Campoamor y que incluso, en ocasiones, les daba clase en pijama.

Cada año, su hermano pequeño Carlos y él, le llevaban una botella de vino como regalo por en Nochebuena.

Don Félix (41 seg.)​

Las poesías de Campoamor removían mis sentimientos

Mi padre fue comisario durante los 32 meses de guerra

La guerra

El 18 de julio de 1936 se produjo el levantamiento militar liderado por Franco. Su padre, junto con el resto de los refugiados en Rusia, regresó rápidamente e ingresó en las milicias para defender la República como Comisario del destacamento que aplastó el levantamiento de Baleares, y que luego pasó al frente en Madrid. 

Virgilio, como un niño más, sufrió las consecuencias de una guerra civil donde los españoles se mataban entre ellos. Además, recuerda los bombardeos de las aviaciones alemanas e italianas.

Ante la caída de Gijón  y los hechos que estaban por llegar, su padre se vio obligado a evacuar a sus hijos. Virgilio, que era el mediano de tres hermanos, contaba entonces con trece años.

Un niño más (38 seg.)​

Sufrí las consecuencias como cualquier otro niño en una guerra donde españoles mataban a los hijos de otros

Por la noche lloraba en silencio mientras pensaba en todo lo que estaba dejando atrás

El Viaje

El padre de Virgilio, que ya había estado en la URSS, decidió que era un buen lugar para evacuar a sus hijos. Así, partieron en la cuarta y última expedición desde Barcelona, que en esa época estaba siendo bombardeada.

Desde allí, viajaron en autobús hasta la frontera francesa, donde les recibieron representantes soviéticos y por fin les dieron de comer.

Les llevaron en trenes especiales hasta París y desde París a la costa del norte de Francia donde un barco soviético les esperaba: era el buque Félix Dzerzhinski, en el que hondeaba la bandera con la hoz y el martillo.

A partir de ahí, para Virgilio, el viaje fue magnífico. Pasaron por el Canal de Kiel (Alemania) donde todo estaba adornado y la Gestapo miraba desde las orillas la hoz y el martillo de la bandera de su barco. Recuerda que a los niños les encerraron para que no hicieran travesuras contra la Gestapo y reconoce que si le hubieran dejado, alguna habría liado allí.

Durante la travesía, su hermano Carlos viajó con un corsé de yeso para que no se le rompieran los huesos, ya que estaba muy enfermo de tuberculosis, e incluso pudo haber quedado inválido.

Lloraba… (16 seg.)​

La hoz y el martillo (39 seg.)​

Mi hermano podría haber quedado inválido

Virgilio rememora una gran acogida en Leningrado, desde donde les trasladaron a diferentes casas de acogida. Allí lo primordial siempre fue la educación de todos los niños, que estaba divididos por edades y seguían un estricto horario diario.

Para Virgilio la educación estaba excelentemente organizada en la URRS y eso es algo que se mantiene en la actual Rusia.

La acogida

Desgraciadamente, Virgilio y el resto de los niños de la guerra que huyeron de España, se toparon en la URSS con otra guerra: la Segunda Guerra Mundial. Incluso, muchos de ellos murieron en el frente al defender a Rusia.

Virgilio, como muchos otros, fue a luchar a la guerra. Recuerda que cuando se produjo el Sitio de Leningrado, sus hermanos estaban allí, mientras él se encontraba en Moscú, donde le habían mandado a estudiar.

Tras la guerra, Virgilio pudo terminar Ingeniería en la Universidad y posteriormente colaboró en las obras de diversas infraestructuras que se realizaron en la URSS durante la década de los cincuenta, como la presa de Kúibyshev en el Volga.

Después de diez años construyendo, fue condecorado con la Orden de Lenin, la orden superior de la URSS. Paralelamente, conoció a una mujer rusa de la que se enamoró y con la que se casó y formó una familia.

 En los años sesenta, Virgilio fue trasladado a Cuba para ayudar, donde también le tocó vivir la Crisis de los Misiles, en la que perdió su pierna derecha.

La acogida

Virgilio rememora una gran acogida en Leningrado, desde donde les trasladaron a diferentes casas de acogida. Allí lo primordial siempre fue la educación de todos los niños, que estaba divididos por edades y seguían un estricto horario diario.

Para Virgilio la educación estaba excelentemente organizada en la URRS y eso es algo que se mantiene en la actual Rusia.

Desgraciadamente, Virgilio y el resto de los niños de la guerra que huyeron de España, se toparon en la URSS con otra guerra: la Segunda Guerra Mundial. Incluso, muchos de ellos murieron en el frente al defender a Rusia.

Virgilio, como muchos otros, fue a luchar a la guerra. Recuerda que cuando se produjo el Sitio de Leningrado, sus hermanos estaban allí, mientras él se encontraba en Moscú, donde le habían mandado a estudiar.

Tras la guerra, Virgilio pudo terminar Ingeniería en la Universidad y posteriormente colaboró en las obras de diversas infraestructuras que se realizaron en la URSS durante la década de los cincuenta, como la presa de Kúibyshev en el Volga.

Después de diez años construyendo, fue condecorado con la Orden de Lenin, la orden superior de la URSS. Paralelamente, conoció a una mujer rusa de la que se enamoró y con la que se casó y formó una familia.

 En los años sesenta, Virgilio fue trasladado a Cuba para ayudar, donde también le tocó vivir la Crisis de los Misiles, en la que perdió su pierna derecha.

Volví a ver a mi madre 34 años después de la última vez que la vi en Madrid 

Yo fui a luchar a la guerra como todos los que estábamos allí

Me mandaron a construir la mayor hidroeléctrica de Europa

La educación (24 seg.)​

II Guerra Mundial (28 seg.)​

La vuelta a España

Virgilio se fue de España en 1938 y volvió en 1992: pasó en la URSS 52 años de su vida. No le habían dejado volver de visita hasta el 78, ya después de la muerte de Franco.

Actualmente, vive en Valencia con su mujer. Él se encuentra agradecido a la URSS e intenta ver los aspectos positivos del país que le acogió, en especial, la educación. Colabora en diferentes publicaciones rusas y ha editado la obra con sus memorias.

Virgilio, que aboga por un mundo sin más guerras, reivindica que multitud de niños de la guerra han escrito sus memorias para que sus vivencias pasen a la Historia y no se repitan pero la mayoría de ellas no han sido publicadas.

Libros (16 seg.)​

Yo no quiero más guerras