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Berta González

Berta Gónzalez

Berta González no ha sido solo una niña de la Guerra Civil Española, sino también de la Segunda Guerra Mundial en Rusia y, ya de adulta, vivió también el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, cuando vivió allí.

Salió de España con diez años pensando que volvería en unos meses y pasó en Rusia y Azerbaiyán la mayor parte de su vida.

Aunque está inmensamente agradecida a la URSS, siempre supo que en algún momento volvería a su país y nunca ha dejado de sentirse española. Valores con los que también crió a sus hijos.

La Infancia

Berta González nació el 14 agosto de 1927 en Asturias, Gijón. La mayor de tres hermanas, se crió en el seno de una familia de clase obrera: su madre era ama de casa y su padre, que trabajaba en la industria de la metalurgia, estaba íntimamente ligado al mundo de la política y relacionado con los sindicatos y el Partido Comunista.

Recuerda una Asturias muy revuelta en su infancia, en la que su padre tuvo un papel importante en la Revolución de Asturias de 1934 y de la que posteriormente sufrió las consecuencias, siendo encarcelado y condenado a trabajos forzados.

Su madre tuvo entonces que comenzar a trabajar para sacarles adelante y ella tuvo que vivir en casa de su tía-abuela por una temporada. Afortunadamente, tras la amnistía para los presos de la revolución, pudieron volver todos al hogar.

Clandestinidad (26 seg.)

Sospechas (39 seg.)

Mi padre tenía una pistola en el tejadillo del baño

” 

Aunque solo tenía siete años, oía cosas en casa y  me imaginaba

” 

La escuela

Berta fue durante toda su vida una mujer con afán por conocer más y esto también se reflejó en los primeros años de su vida. Cuando fue evacuada a la URSS, Berta ya sabía leer, escribir y multiplicar.

Recuerda con cariño su escuela, el Ateneo Obrero, y a su maestra, a quien su madre le regalaba jabones de Heno de Pravia en las festividades.

La tabla de multiplicar (23 seg.)

Estudiábamos la tabla de multiplicar cantando…

La guerra

Desde el primer día de la Guerra Civil,  Berta tuvo que separarse de su padre, pues se unió a las filas del bando republicano. Ella se quedó con su madre, su hermana y sus tíos, que al ser también sus vecinos, les ayudaban en el día a día.

Para Berta, en Asturias lo peor de la guerra no fueron los bombardeos, sino los cañonazos de los barcos franquistas desde el puerto de El Musel.

Afortunadamente, ella y su hermana fueron evacuadas una semana antes de que Asturias cayera en manos de los Nacionales.

Intuyendo la inminente caída de Asturias en manos del bando nacional y el peligro que corrían los niños, sus padres, como los de muchos niños del Norte de España, decidieron que lo mejor para ellos sería una evacuación temporal al extranjero.

Los cañonazos (27 seg.)

En peligro (21 seg.)

En el norte de España fuimos los primeros que sufrimos la guerra

Cuando nos fuimos no nos despedimos de nuestro padre y tampoco sabíamos que estaba herido

El Viaje

La mayoría de los niños que iban a ser evacuados, eran hijos de padres comunistas y socialistas, por lo que decidieron que enviar a sus hijos a la URSS era una gran idea y estarían bien cuidados.

Los niños, procedentes del norte de España, especialmente del País Vasco, Cantabria y Asturias, antes de ser evacuados, estuvieron refugiados cerca de un mes en una finca esperando a que se presentara el momento idóneo para viajar.

La madre de Berta pudo estar con ella allí trabajando como educadora. Lamentablemente, no pudo irse con la expedición porque su padre fue herido en el frente y tuvo que quedarse para cuidarle.

Berta partió junto a su hermana pequeña y otros 1200 niños en un barco de mercancía francés del puerto de El Musel el 24 de septiembre del 37: eran la tercera expedición de niños que partía hacia la Unión Soviética.

Salieron rumbo a Burdeos, en lo que había sido como un viaje de pocas horas. Sin embargo, tuvieron que desviar el rumbo porque estaban siendo perseguidos por un barco franquista. En consecuencia, la ruta se alargó mucho más y el barco no disponía de las comodidades necesarias para un viaje tan largo.

Finalmente, tras una parada en el norte de Francia donde les cambiaron a una embarcación soviética, llegaron a Inglaterra y de allí, partieron a Leningrado.

La URSS (19 seg.)

Los barcos (26 seg.)

Realmente no estábamos tristes, para nosotros era vivir una aventura

Cuando los niños llegaron a Leningrado, Berta recuerda emocionada que recibieron un gran e inesperado recibimiento.

Para ellos, las primeras cosas que les llamaron la atención al llegar a la URSS fueron los baños calientes con vapor, la nieve y las ropas de invierno; nunca antes habían visto nada parecido.

Estuvieron en un hotel un par de días y posteriormente los dividieron por edades en diferentes casas de acogida en distintas zonas del país. Berta se fue con su hermana a Krasnovidovo, donde estuvieron en una casa de acogida  que había servido de residencia de descanso para estajanovistas.

La acogida

Berta reconoce que allí los trataban bien y vivían felices;  aunque echaban de menos a    sus padres, en realidad no  estaban tristes porque ya      había creado una nueva  familia. En esta situación estuvieron hasta que la URSS fue invadida por los nazis.

Con la guerra, Berta y sus compañeros tuvieron que ser evacuados en varias ocasiones hacia el centro del país, donde las condiciones cada vez eran peores y el frío cada vez mayor. A pesar de ello, altamente influenciados por la propaganda del régimen soviético, Berta afirma que nunca perdieron la fe en que ganarían la guerra. Al terminar la guerra, las casas de niños se pudieron reubicar en sus ubicaciones iniciales.

Berta siguió formándose durante largo tiempo hasta conseguir el doctorado en Historia y terminó siendo profesora. Se casó, formó una familia con dos hijos y se trasladó a vivir a Azerbaiyán.

Era la primera vez en nuestra vida que veíamos la nieve

Parecía que los alemanes iban detrás de nosotros

Echábamos de menos a nuestros padres, pero teníamos ya otra familia

La acogida

Cuando los niños llegaron a Leningrado, Berta recuerda emocionada que recibieron un gran e inesperado recibimiento.

Para ellos, las primeras cosas que les llamaron la atención al llegar a la URSS fueron los baños calientes con vapor, la nieve y las ropas de invierno; nunca antes habían visto nada parecido.

Estuvieron en un hotel un par de días y posteriormente los dividieron por edades en diferentes casas de acogida en distintas zonas del país. Berta se fue con su hermana a Krasnovidovo, donde estuvieron en una casa de acogida  que había servido de residencia de descanso para estajanovistas.

Berta reconoce que allí los trataban bien y vivían felices;  aunque echaban de menos a    sus padres, en realidad no  estaban tristes porque ya      había creado una nueva  familia. En esta situación estuvieron hasta que la URSS fue invadida por los nazis.

Con la guerra, Berta y sus compañeros tuvieron que ser evacuados en varias ocasiones hacia el centro del país, donde las condiciones cada vez eran peores y el frío cada vez mayor. A pesar de ello, altamente influenciados por la propaganda del régimen soviético, Berta afirma que nunca perdieron la fe en que ganarían la guerra. Al terminar la guerra, las casas de niños se pudieron reubicar en sus ubicaciones iniciales.

Berta siguió formándose durante largo tiempo hasta conseguir el doctorado en Historia y terminó siendo profesora. Se casó, formó una familia con dos hijos y se trasladó a vivir a Azerbaiyán.

Gran recibimiento (25 seg.)

Ropa de invierno (48 seg.)

Hijos de republicanos (26 seg.)

La vuelta a España

Berta volvió definitivamente a España en la década de los noventa escapando de la guerra en Azerbaiyán a causa del conflicto con Armenia, la tercera guerra que ha vivido y en la que Berta confiesa, mayor miedo pasó.

Aunque no le atrae volver de visita a Rusia y está contenta de haber vuelto, se muestra crítica por la situación que viven en la actualidad los niños de la guerra, con una pensión de tan solo 500 euros.

Las pensiones (48 seg.)

Yo estoy inmensamente agradecida a la URSS por todo lo que nos dio